¿Quién no soñó de pequeñito en poder tener alas y volar?
Y según fuimos creciendo... ¿Quién no desearía poder tener esa capacidad que sólo tienen las aves, los aviones y los super héroes?
Volar....
...moverse por el aire, sentirse libre...
En Octubre del año pasado aprendí a volar...
En pleno atardecer, en Ocaña (Madrid), una avioneta nos elevó a más de 4.000 metros de altura...
60 segundos de increíble caída libre... la emoción a flor de piel y la adrenalina al máximo. Durante unos 6 minutos, a 200 km/h disfruté del vuelo... del sol escondiéndose tímidamente, casi tocando las nubes, recreándome con las preciosas vistas de Madrid... gritando y disfrutando como una loca...
Salté en tándem y volé por primera vez. Pero esta experiencia fue mucho más que un salto y unos minutos en el aire...
Antes de subir a la avioneta "metí dentro de una bolsa negra de basura todos los momentos y situaciones menos buenas que había experimentado a lo largo de mi vida. Limpié mi corazón y mi cabeza de cualquier sentimiento y pensamiento que no fuera positivo y los metí también en la bolsa, la até bien y me la subí a la avioneta.
Cuando ya había subido los más de 4.000 metros y llegó el momento de saltar me acerqué a la puerta, el instructor dio la orden y ¡saltamos! y en ese preciso momento le dije a esa bolsa negra: ¡adiós, hasta nunca!. Me liberé de todas esas cosas menos buenas para fundirme en el aire y sentir esa ansiada paz, felicidad y libertad."
Cumplí mi sueño... aprendí a volar... no sólo por el cielo, sino también con la imaginación, con la fuerza de ser la dueña de mi vida y de los momentos y situaciones que quiero vivir; y sobre todo de tener en mi corazón y en mi cabeza sólo sentimientos y pensamientos positivos para mí y para los que me rodean.
Cuando aterrizamos... no podía parar de sonreír, sentirme agradecida a la vida, sentirme feliz ...
¡plenamente feliz!
El viaje de la vida sigue... y yo seguiré volando.
Besos, Ale Samaniego
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